sábado, 20 de octubre de 2012

El hombre del que Asad quería vengarse


Aunque desde el primer momento, la hipótesis más barajada era que el régimen sirio estaba detrás del brutal atentado en Beirut, cualquier duda se disipó en cuanto se supo que el objetivo era Wissam al Hassan. Porque este polémico jefe del servicio de Inteligencia de la policía libanesa era desde hace años un claro enemigo de la camarilla de Asad.

Probablemente, se cavó su propia tumba el pasado verano, cuando dirigió una importante operación en Líbano que ayudó a desarticular un complot de algunas figuras prosirias libanesas. En aquella operación fue detenido el ex ministro de Información libanés, Michel Samaha, estrechamente vinculado al régimen de Asad.

Samaha confesó en el interrogatorio su participación en la transferencia de explosivos desde Siria al norte de Líbano. Las bombas iban a ser utilizadas en una campaña de atentados ideada para amplificar las tensiones sectarias. Además, el ex ministro fue acusado de haber participado en la planificación de atentados contra dirigentes políticos y religiosos del País del Cedro.

Wissam al Hassam fue jefe de Seguridad del ex primer ministro Rafic Hariri, asesinado hace ahora ocho años. Y después ha sido un importante asesor en asuntos de Seguridad y contraespionaje de su hijo Saad. Además, Hassam ha estado muy bien relacionado con los servicios de Inteligencia de Occidente.
Siempre se significó por su claro rechazo al régimen sirio de Asad, motivo que le había situado en la diana de los grupos sectarios prosirios en el Líbano. Y aunque era un personaje al que le gustaba mantenerse alejado de los focos, no pudo evitar verse inmerso en algunas polémicas ni hacerse con un buen puñado de enemigos. De hecho, fue objeto de varios intentos de atentados, todos fallidos hasta este último, que ha acabado con su vida.

Hassam tenía 43 años. De confesión suní, el máximo responsable de las Fuerzas de Seguridad Internas (FSI), como se denominaba su cargo, aspiraba a convertirse en el próximo jefe de la Policía libanesa. Sin embargo, grupos como Hizbulá habían reclamado su destitución de su actual puesto.
Según ha manifestado a la prensa un líder de la oposición, Samir Geagea, el general "se movía bajo medidas de seguridad excepcionales" y "había instalado a su esposa e hijos en París porque sabía que estaba bajo amenaza".