Millones de euros están invertidos hoy de forma inadecuada. Uno de los casos más llamativos es Alemania, donde unos 4,7 billones están en instrumentos con tipos de interés negativos. Pero no tenemos que ir tan lejos: no nos olvidemos de la gran cantidad de dinero que hay en España depositado en fondos monetarios.
Llega la represión
Lo cierto es que los ajustes fiscales y el deterioro de las condiciones financieras están teniendo un coste para el crecimiento de las economías occidentales. Además, los canales de transmisión monetaria no están funcionado. Y los tipos de interés reales están en niveles muy bajos, incluso en negativo (efecto colateral de los nuevos instrumentos puestos en marcha por el BCE). Conclusión: «Los inversores y ahorradores deben proteger su patrimonio de este escenario de 'represión financiera'», asegura Pedro Dañobeitia, consejero delegado de DWS Investments para Iberia y Latinoamérica. Un escenario de rentabilidades reales negativas, en el que hoy se encuentran inmersos el 40 por ciento de los mercados mundiales. España aún no ha llegado a ese estadio (existen muchos depósitos bancarios ofreciendo valor) pero, según los expertos, se sitúa ya muy cerca (o al menos, se vive como si esa «represión financiera» hubiera llegado).
Algunos economistas prevén que tendremos tipos bajos durante una larga temporada, al menos, hasta 2015. De hecho, las políticas monetarias actuales están encaminadas a mantener artificialmente esos niveles: eso permite a las autoridades manejar mejor la difícil situación económica. Así que al inversor no le queda otra que tomar el mando para evitar que su patrimonio continúe deteriorándose. Pero, ¿qué activos debemos utilizar? ¿Qué nos puede proteger de esta «represión financiera»?
Renta fija privada
Si algo hemos aprendido de todos estos años de crisis es que la renta fija no es tan fija, ni tan conservadora. Quien está invertido hoy en bonos alemanes o en efectivo está desprotegiendo su dinero. En términos reales, una inversión de 10.000 euros en bonos alemanes a 10 años valdrá, dentro de un año, 9.862 euros (según estimaciones de DWS); en una década, esa inversión habrá descendido hasta los 8.702 euros. En cambio, existen activos de deuda que sí siguen aportando valor. Es el caso de la renta fija privada. «Pero no toda la renta fija privada vale», advierte Dañobeitia, en clara referencia a aquello que tenga una rentabilidad real negativa.
Dentro de los fondos de deuda, la categoría más rentable este año es la de «high yield» Europa, con una revalorización media del 16,5 por ciento (y con niveles de impago históricamente bajos). La categoría general de deuda corporativa en euros sube, de media un 9,7 por ciento, según Morningstar (y algunos fondos superan el 20 por ciento). En el lado opuesto, los monetarios a corto plazo en euros, ofrecen una rentabilidad media bastante mediocre, del 0,22 por ciento, lo que supone que algunos de estos productos están en negativo.
Por su parte, la deuda de Gobiernos a corto plazo en euros apenas supera el nivel de inflación de España: dan un 2,84 por ciento, cuando el IPC se sitúa en el 2,7 por ciento interanual. De manera oportunista, algunos gestores están apostando por la deuda pública periférica (lo que incluye a España). A los de DWS Investments también les gusta mucho la temática de las cédulas hipotecarias («covered bonds»). Por la doble garantía que ofrecen (del balance de la entidad y del activo real), suelen tener muy buen rating. «En 234 años de existencia, nunca estos activos han dejado de pagar», comenta Dañobeitia.
Otros expertos miran más allá y se enfocan en los bonos de países emergentes. En este sentido, Chia-Liang Lian, gestora de Legg Mason, recuerda que sólo siete países tienen hoy una calificación AAA con perspectiva estable de Moody's, S&P y Fitch. Y Singapur es uno de ellos. Como miembro de este nuevo «G7», el país asiático se beneficiará, según Lian, de una base de inversores más amplia, «que prioriza la devolución del capital frente a la rentabilidad del capital».
Un buen dividendo
Otro activo que también puede aportar un «extra» de rentabilidad en un entorno de «represión financiera» y que no debe faltar en una cartera que lucha contra la pérdida de valor progresivo, es la renta variable. Hay buenas opciones a nivel mundial (tanto en mercados desarrollados como en mercados emergentes), aunque quizás, a la hora de volver a bolsa, la hoja de ruta lógica sería comenzar por Europa donde encontramos valoraciones muy atractivas. Para «dormir más tranquilos», una idea que está hoy en las estrategias de muchos gestores es la renta variable de alto dividendo (véase páginas 45-46). En este caso, conviene acercarse a fondos de inversión de calidad (que busquen un dividendo consistente) y con un enfoque global.