España está permanente bajo el foco de los inversores, que le dan vueltas una y otra vez a una posible petición de ayuda por parte del Gobierno. Pero los mercados no descansan y tienen la vista puesta en Italia. Saben que el riesgo de contagio es tan evidente que el Ejecutivo de Monti tendrá serios problemas una vez que España pida el rescate y deje de ser una patata caliente a muy corto plazo. Entonces puede ser que las flechas incendiarias vuelvan a apuntar hacia Roma.Según un informe publicado ayer por los analistas de Morgan Stanley, Italia se puede ver obligada a pedir asistencia financiera a los socios comunitarios si el mercado intensifica mucho la presión, pues los obstáculos que tiene por delante el Ejecutivo de Mario Monti aún son muchos. En concreto, estos economistas consideran que habría tres chispas que podrían detonar el incendio en Italia.
En primer lugar, el factor psicológico. Está muy claro que si España pide el rescate el foco de los inversores se desplazará hacia Italia. Es más, se hablaría en este caso del posible impacto que podría tener una posible ruptura de la zona euro. A fin de hacer frente a este miedo psicológico (o en el mejor caso intentar contrarrestarlo), los analistas consideran que la única baza que tiene Italia es la riqueza de sus activos, un factor que permitiría poner sobre la mesa la discusión sobre los activos que potencialmente podrían ser privatizados. Se ganaría tiempo, si, pero los bonos italianos no podrán dejar de ser considerados como productos sin riesgo.
En segundo lugar, los expertos del banco estadounidense hablan de limitada o nula condicionalidad, quizás respetando los compromisos de ajuste ya adquiridos por el gobierno italiano. Si esto fuera así, podría limarse la oposición interna a que el Ejecutivo pida la asistencia financiera a la UE. Aquí, los políticos italianos tendrán que hilar muy fino. Los ajustes tendrán que llegar antes o después. Pero si las condiciones adicionales son muy estrictas, Monti se vería en serias dificultades para encontrar el necesario consenso interno, lo que "quizás podría desatar una crisis política", admiten en Morgan Stanley.
Finalmente, si se alcanza en Italia un compromiso creíble para mantener el mismo estatus entre todos los acreedores -de modo que unos no sean preferentes frente a otros- los expertos consideran que se podrían aliviar los temores sobre un hipotética reentrada de Italia en los mercados de crédito. En caso contrario, el apetito por el riesgo de los bonos italianos sería menor entre los inversores que se viesen con un menor estatus que los acreedores oficiales.
Sobre la evolución de Italia, los expertos consideran que ha sido un buen estudiante en cuanto a la ambiciosa agenda de consolidación fiscal que ha presentado Monti. No obstante, apuntan que es previsible que estos ajustes tengan efectos negativos a corto plazo, aún cuando la dirección de estas medidas es la correcta y están en línea con lo que los políticos europeos quieren ver.
Además, constatan que el riesgo fundamental en estos momentos es el "enorme tamaño" de la refinanciación que tiene que ejecutar Italia, lo que hace al país muy sensible a los cambios en el sentimiento de mercado. En este contexto, el hecho de que Italia termine por pedir finalmente el rescate dependerá de los anteriores factores, pero también de lo que suceda con las elecciones generales que se celebrarán en abril del año que viene.
En este sentido, el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, señaló ayer mismo que los mercados parecen no haber apoyado las reformas que han hecho recientemente países como España o Italia, por lo que los altos costes de financiación que soportan ambos países podrían obligarles a solicitar ayuda financiera. "El hecho de que Italia solicite ayuda mediante la compra de bonos por parte del BCE es una decisión que debe tomar en la medida en que los mercados no reconozcan sus progresos", explicó Gurría.